Pilar de Lucas, una buena chica revolucionaria

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ENTREVISTA A LA DRA. PILAR DE LUCAS RAMOS

Perfil

Se apuntó en SEPAR siendo R1. El profesor Monturiol se lo dijo. Al principio la trataba de Usted y ella le admira. Fue mi maestro, casi confiesa con voz queda. Corría el año 78. No eran tiempos fáciles para nadie, apostilla. De ahí que se quedara con que hay que ayudar a los residentes. Asistió al primer Congreso de SEPAR en el 81 y descubrió que allí había gente joven muy revolucionaria, comenta con cierta sorpresa. Y decidió que no volvería a otro Congreso sin presentar un póster de aquellos que se hacían antes “con letras de colores recortadas y pegadas en una cartulina”, describe. De ahí se inscribió en el área de IRT S y en 1988, al volver de una estancia en Canadá, pasó a formar parte del comité científico de este grupo. A su segundo maestro lo encontró en otro comité científico, el de SEPAR, y fue Àlvar Agustí: “que me enseñó el valor de la gestión del conocimiento y del método científico”. ¡Tuve mucha suerte!, exclama. Es un grande. Y como no hay dos sin tres, la guió un tercer maestro: Víctor Sobradillo, que es “maestro de presidentes”, dice. Le alaba con el calificativo de prodigioso. Se consagró entonces a SEPAR : a trabajar desde la Junta Directiva y desde la dirección de la formación continuada y sonríe:“tras unos maravillosos años con Julio Ancochea y Juan Ruiz Manzano, llegó la presidencia".

PILAR DE LUCAS, UNA BUENA CHICA REVOLUCIONARIA

La primera presidenta de SEPAR ¿ya era hora?

Estaba cantado. La vida me llevó a la presidencia de SEPAR a base de pequeñas decisiones y crucé esa puerta con todo mi agradecimiento a los socios. A las mujeres nos cuesta todo mucho. Yo solo me considero una buena chica muy trabajadora. Coincidí con Cristina Martínez en la Junta Directiva y a los compañeros les costaba contar con nosotras, así que nos buscábamos nosotras la tarea: estudiamos la presencia de la mujer en la neumología y descubrimos que presentábamos más del 40% de los pósters en los Congresos y, en cambio, nuestra presencia en la moderación de las sesiones era más bien muy escasa. Nuestro referente fue Carmen Puzo, la primera neumóloga en la Junta Directiva de SEPAR .

 

¿Cómo se encamina SEPAR en un momento económico tan complicado como fue 2012?

SEPAR estaba ya siendo muy bien gestionada, lo que me ayudó a afrontar los cambios para la plena autogestión y encaminar las nuevas relaciones con la Administración y la industria. El plan estratégico estaba en marcha: había que consolidar la gestión de todas las actividades y apostar por la visibilidad de la Sociedad. Solo un buen posicionamiento nos iba a permitir hacer más para nuestros pacientes. El camino a seguir era trabajar por la sostenibilidad de la investigación y la formación, afrontar los procesos de calidad y mejorar la notoriedad de la especialidad.

 

¿Cómo era SEPAR en 2012?

Encontré a una SEPAR de socios entregados y una secretaría técnica excelente con Pilar Bonany a la cabeza. Sara había sido ya mi mano derecha cuando dirigí el comité de formación. Mi mano derecha y mi mano izquierda también. Los colaboradores externos igualmente nos aportan su profesionalidad con un sentimiento de pertenencia y entrega poco común: la OPC, el gabinete jurídico y económico, comunicación… El reto de la presidencia daba un poco de miedo solo por la situación económica general que atravesaba y atraviesa el país.

 

¿Y en 2015 cómo era?

Jamás se consiguen todos los objetivos. Hay que ser humilde. Sorteamos la crisis, la gestión económica nos acompañó con éxito – pudimos incluso desarrollar nuevas actividades-, mejoramos los procesos de calidad con la acreditación de las unidades asistenciales, pusimos en marcha el sistema de recertificación profesional, nos posicionamos ante la administración y algo también muy importante, se ha adquirido una gran visibilidad internacional gracias a los convenios firmados con sociedades iberoamericanas y sobre todo con la ERS. Me hubiera gustado hacer mucho más ¡claro! Pero me fui tranquila, con sensación de deber cumplido.

 

¿Más mieles o más hieles?

Mieles, sin ninguna duda. Ser presidenta te permite conocer a más compañeros y hacer más amigos y también convertir compañeros en amigos. Y la mejor sensación es que como dice la canción “son para siempre”. Me gustaría. Sin la Junta Directiva y los Comités Asesores la presidencia no es nada porque son el puntal donde te apoyas y tu guía. El trabajar todos juntos y mucho, y con un alto nivel de exigencia, refuerza los lazos de cariño. El cariño, pienso, que es el mayor logro humano: querer y saberte querido. Vale la pena ser presidenta de SEPAR aunque sea solo por forjar esta amistad.

 

¿Qué le queda a SEPAR por luchar?

Mucho. Siempre queda mucho. Cada presidente inicia nuevos retos. Los proyectos siempre están vivos y hay que empujarlos hacia delante. A mí me hubiera gustado impulsar una especie de “consejo interterritorial” con las Sociedades autonómicas, por ejemplo.

 

Tu mejor día en SEPAR…

El día que gané las elecciones: estaba en una nube. Las felicitaciones de los compañeros ¡qué honor, qué privilegio! Fue muy bonito.

 

Y el peor…

No hubo muchos días malos. Quizás solo uno muy malo, muy, muy malo. Una decisión obligada porque de no tomarla nos estancábamos pero muy dolorosa. En lo bueno y en lo malo las personas están al frente o detrás, como queramos expresarlo, pero en definitiva hay sentimientos. Y esa decisión afectaba directamente a personas por quien siento un profundo respeto y cariño. Fue muy duro para todos.

 

¿Qué te depara el futuro?

Mis enfermos, a quienes voy a dedicarles más tiempo; la Cátedra SEPAR y el Congreso de 2017, que me mantienen activa en la dinámica de la Sociedad -la post presidencia te deja una especie de ligereza y también muchas ganas de seguir aportando-; mi familia y mis amigos a quienes les debo muchos ratos de felicidad; leer, que me relaja y me mantiene viva; viajar que me apasiona y ¡quién sabe si a larga un curso de historia del arte! Me hubiera encantado ser arqueóloga. Creo que no me voy a aburrir.